We, a collective of Puerto Rican scholars of religion and theologians, both in Puerto Rico and in the Diaspora, stand in support of, and in solidarity with the people of Puerto Rico. We invite Puerto Rican and non-Puerto Rican colleagues in religious and theological studies, and in other disciplines, to join us in this expression. We join the people of Puerto Rico in their collective celebration over the historical and successful call and demand for Governor Ricardo Rosselló’s resignation. With the people of Puerto Rico, we also understand that the issues over which they have been protesting are larger and structural, including colonial neglect and abandonment.

The people of Puerto Rico have been subjected to colonialism, economic distress, corrupt government officials, odious debt, ecological devastation, the imposition of a U.S. federal oversight board (PROMESA), compounded by ineffective Commonwealth and U.S. federal government responses to the devastation wrought by Hurricanes Irma and María in 2017. The release of a Telegram chat by the Puerto Rican Center for Investigative Journalism, that included Governor Rosselló, cabinet members and advisors, revealed an intensely negative attitude against Puerto Rico and its people through talk of corruption, violence, sexism, homophobia, and irresponsible disregard of life. Together with the larger structural issues, these unethical practices proved that the governor was unfit to occupy the role of a public servant. The wounding and violent language of this chat was a catalyst for the people of Puerto Rico to collectively engage in direct action, calling for the governor’s resignation. The people of Puerto Rico mobilized en masse, joining the efforts well underway by young people, and groups as La Colectiva Feminista en Construcción and Frente Amplio de Camioneros, among others.

Rosselló’s resignation is part of the ongoing struggle of Puerto Ricans to reclaim our dignity as a people who deserve to be led by a government that respects the people, and stewards its agencies with integrity. It is a call to a movement that gives agency to the people’s claim to their future, a just future. The call for justice and a dignified life is of religious, theological, and ethical concern. We are confident that Divine love and justice are at work in the struggle of the Puerto Rican people. This movement, energized by the unity of a people in spite of religious, political and other differences, is concerned with the role of religious communities and institutions in relationship to the state, the expectation of the values and role of public officials, and the dignity and human flourishing of Puerto Ricans, and all peoples. In this demonstration of unity and determination, the people of Puerto Rico have engaged creatively and without reserve. The endured trauma of protest, and escalation of prolonged unchanneled anger can have detrimental outcomes both short and long term. It is our ethical responsibility as scholars, educators, pastors, clergy, and activists to stand in solidarity with, and support the people of Puerto Rico by taking part in this movement to the best of our capacities. We stand with Puerto Ricans, and all migrants in the archipelago, of all ages, genders, sexualities, abilities, racial identities, and economic locations. We call on our non-Puerto Rican colleagues to join us in this stance. Many signs carried by protesters read, “country in reconstruction.” We affirm: another Puerto Rico is possible!

(Academic affiliations are listed below for identification purposes only.)

Académicxs en religión y teología en Solidaridad con el pueblo de Puerto Rico

Nosotrxs, puertorriqueñxs miembros de la academia en religión y teología, tanto en Puerto Rico como en la diáspora, apoyamos y nos solidarizamos con el pueblo de Puerto Rico. Invitamos a

nuestros colegas, puertorriqueñxs y no-puertorriqueñxs, academicos de religion y teologia e otras disciplinas academicas, a que se unan a nosotros en esta expression. Nos unimos al pueblo de Puerto Rico en su celebración colectiva ante el llamado y la demanda histórica y exitosa de la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. Junto con el pueblo de Puerto Rico, también entendemos que las denuncias de las protestas son más grandes y estructurales, e incluyen la negligencia, y el abandono colonial.

El pueblo de Puerto Rico ha sido sometido al colonialismo, a la angustia económica, a la corrupción de funcionarios gubernamentales, a la deuda ilegítima, a la devastación ecológica, a la imposición de una junta de supervisión fiscal por los EEUU (PROMESA), agravada por las respuestas ineficaces del Estado Libre Asociado y del gobierno federal de los EEUU a la devastación causada por los huracanes Irma y María en el 2017. La divulgación de un chat de Telegram por parte del Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico, el cual incluía al gobernador Rosselló, a miembros del gabinete y asesores, reveló una actitud intensamente negativa contra Puerto Rico y su gente, al hablar de corrupción, violencia, sexismo, homofobia y desprecio irresponsable hacia la vida. Junto con mayores problemas estructurales, estas prácticas y falta de ética demostraron que el gobernador no era apto para ocupar un rol de servidor público. El lenguaje hiriente y violento de esta conversación fue un catalizador para que el pueblo de Puerto Rico participara colectivamente en acción directa, pidiendo la renuncia del gobernador. El pueblo de Puerto Rico se movilizó en masa, uniéndose a los esfuerzos previamente en marcha de jóvenes y grupos comunitarios como La Colectiva Feminista en Construcción y Frente Amplio de Camioneros, entre otros.

La renuncia de Rosselló es parte de la lucha continua de los puertorriqueñxs en el reclamo de nuestra dignidad como un pueblo que merece ser dirigido por un gobierno que nos respete y administre sus agencias con integridad. Es un llamado a un movimiento que da agencia al reclamo de la gente sobre su futuro, un futuro justo. El llamado a la justicia y a una vida digna es de interés religioso, teológico y ético. Estamos segurxs de que el amor y la justicia Divina están trabajando en la lucha del pueblo puertorriqueño. Este movimiento, energizado por la unidad de un pueblo a pesar de las diferencias religiosas, políticas y de otra índole, tiene que ver con el rol de las comunidades e instituciones religiosas con relación al estado, la expectativa de valores y el rol de lxs funcionarixs públicos, y la dignidad y florecimiento humanx de lxs puertorriqueñxs y de todos los pueblos. En esta demostración de unidad y determinación, el pueblo de Puerto Rico se ha involucrado de forma creativa y sin reservas. El trauma sufrido en las protestas y la escalada ira prolongada sin canalizar, pueden tener resultados perjudiciales tanto a corto como a largo plazo. Es nuestra responsabilidad ética como académicxs, educadorxs, pastorxs, clérigxs y activistas solidarizarnos y apoyar al pueblo de Puerto Rico participando en este movimiento al máximo de nuestras capacidades. Estamos de pie con lxs puertorriqueñxs y con todxs lxs migrantes en el archipiélago, de todas las edades, géneros, sexualidades, habilidades, identidades raciales y posiciones económicas. Exhortamos a nuestrxs colegas no-puertorriqueñxs a unirse a este postura. Muchos carteles llevados por lxs manifestantes dicen: "país en reconstrucción". Afirmamos: ¡otro Puerto Rico es posible!

(Las afiliaciones académicas que se mencionan a continuación son sólo con el fin de identificación).

Image courtesy of Ricardo Domingue.